En las últimas semanas, los medios de comunicación se han hecho eco de una presunta estafa cometida por Raúl B., broker que impartía cursos de bolsa en Barcelona. De momento, el presunto estafador ha huido con más de 2 millones de euros que le habían confiado una cincuentena de sus alumnos. De todas formas, parece que el importe total perdido puede alcanzar los 10 millones.

El modus operandi era el habitual de las estafas piramidales, también conocidas como esquemas Ponzi, en honor a Charles Ponzi, que hizo algo similar en 1920. En el esquema Ponzi, realmente no se invierten los recursos aportados, y los intereses se pagan con el dinero de los nuevos inversores que van entrando. De ahí el nombre de pirámide. Cuando dejan de entrar nuevos clientes, ya no se pueden pagar los intereses y todo colapsa.

En el caso de Raúl B., se trataba de un hombre «encantador» que vivía como un multimillonario y, hasta el mes de agosto, exhibía todo lo alto, como los dos coches de alta gama (un Maserati y un Ferrari) con la que salía fotografiado en las redes sociales. También mostraba relojes de lujo, restaurantes caros, grandes viajes … Como cebo para atraer a los inversores prometía una rentabilidad de un 5% trimestral, que se transformaba en más del 20% anual. Como esta rentabilidad era muy superior a la que ofrece el mercado, decía que tenía una fórmula infalible para ganar siempre operando con instrumentos financieros de alto riesgo. Como ocurre en estos casos, no explicaba la fórmula infalible, pero aprovechaba los cursos para ganarse la confianza de los alumnos, y muchos le aportaron sus ahorros. Uno de ellos llegó a invertir 400.000 euros, que ya no ha visto más. Y la forma de aportar el dinero era muy peculiar, ya que en lugar de hacer un contrato de inversión, los ahorradores hacían un contrato de préstamo personal a Raúl B. y éste les pagaba los intereses en efectivo. Está claro que esta operativa no sigue las normas obligatorias de inversión financiera, ya que la entidad debe estar autorizada y la operativa se debe hacer con toda una serie de garantías que en este caso no existían.

Todo ello sigue el patrón de otros casos que se han producido en el pasado reciente como el de Bernard Madoff en EEUU o los pagarés de Nueva Rumasa en España. Cuesta entender cómo alguien puede confiar sus ahorros a este tipo de planteamientos. Vale la pena recordar que hay que utilizar el sentido común y no dejarse llevar por la codicia. Las rentabilidades milagrosas a corto plazo son imposibles. Sólo tenemos que invertir en entidades autorizadas y en el que confiamos. Casos como el expuesto muestran una vez más que el sentido común es el menos común de los sentidos y, como recuerda el dicho popular, un incauto y su dinero no duran mucho tiempo juntos.

Fuente: https://www.leconomic.cat/article/1860951-tornen-les-estafes-piramidals.html